La verdadera historia del marqués de Perales (3)

El marqués de Perales cosido a puñaladas 

(Continuación del post La verdadera historia del marqués de Perales (2))

   Los hachazos consiguen echar abajo la puerta del palacio del marqués en la calle de la Magdalena y la turba enfurecida recorre las dependencias. Todo ocurre muy deprisa, en cuestión de segundos José Fernández de Pinedo tercer marqués de Perales, muere cosido a puñaladas. Y su cadáver, colocado sobre una estera, es arrastrado por las calles del barrio que le vio nacer.

   ¿Quiénes son los autores del mortal apuñalamiento? Los autores son majos del barrio del Avapiés, a los que se han unido chisperos venidos de las herrerías de los desmontes de Santa Bárbara fronteros al Barquillo, y posiblemente varias aguerridas manolas del portillo de Embajadores.

   ¿Cómo es posible que haya ocurrido una tragedia así? Situemos los hechos cronológicamente. Corre el año 1808, y en el día 31 de su mes de julio José I, que había sido proclamado Rey de las Españas días antes, conocido el resultado de la batalla de Bailén, abandona Madrid en dirección a Vitoria. A mediados de noviembre se conoce en la Villa que derrotado el ejército de Extremadura cerca de Burgos, Napoleón presto a restituir a su hermano, tiene en Somosierra un último obstáculo para entrar en Madrid.

   Se organiza un tanto improvisadamente la defensa de la ciudad, y el miércoles 30 de noviembre, por las mañanas de 9 a 1 y por las tardes desde las 3 hasta las 7, se inicia el alistamiento de la Milicia honrada. Deben alistarse vecinos entre 16 y 60 años, haciéndolo en diferentes claustros conventuales según el quartel en donde vivan. En el punto de alistamiento está presente un regidor de Madrid, un Oficial militar y un Escribano, y entra dentro de lo probable que el regidor presente en el claustro de la Trinidad Calzada de la calle de Atocha, donde deben alistarse los moradores del quartel del Avapiés, sea el marqués de Perales.

   Se han repartido hasta ocho mil fusiles y en las fábricas de pólvora, las salas del laboratorio de cartuchos se llenan de devotos religiosos que sustituyen en la tarea de fabricarlos a los que se han incorporado a la defensa de la Villa. En la que está próxima al colegio de Niñas de la Paz de la calle Embajadores y bajo la dirección del marqués de Perales, se hacen cartuchos a toda prisa, para suplir las escasas remesas existentes en el depósito de municiones del Parque de Artillería.

   El marqués de Perales, regidor perpetuo de la Villa y Corte tiene 42 años, y es un hombre apuesto y elegante con bien merecida fama de don juan, muy popular en calles y plazuelas del quartel del Avapiés, por el que se mueve con la misma soltura que lo haría por los palacios de la más alta nobleza. Imitando además modos y maneras de la majeza madrileña, incluso hasta en su indumentaria.

   El paisanaje que tenga escopeta y pueda manejarla, es requerido por orden del Excmo. Sr. Duque del Infantado para presentarse con ella y sus arreos en la pradera que llaman de Guardias de Corps, fuera de la Puerta de Fuencarral para la organización de la defensa, donde se demanda la entrega de cartuchos, y ante el hecho de no haber más que poder entregar, el pueblo se mueve excitado hacia la casa de Correos en la Puerta del Sol, en la que por su situación geográfica se ha establecido la Junta de Defensa. En un momento dado, alguien descubre que hay cartuchos rellenos de arena y las palabras traición y afrancesado se extienden por todos y cada uno de los barrios. Una manola, que sufre de amores al sentirse despechada por el marqués, hace a éste responsable de la traición prendiendo la mecha del odio en el más explosivo de los quarteles. ¡El del Avapiés!

   ¡Todos a la Magdalena! ¡A las casas del marqués! Los hachazos terminan por derribar la puerta del palacio, y no mucho más tarde el cadáver del marqués de Perales, es arrastrado en una estera, entre gritos de traidor y afrancesado por la calles de la Cabeza, del Ave María, hasta llegar al Campillo de la Manuela, donde su destrozado cuerpo es recuperado por los frailes agonizantes.

   Hasta aquí un resumen de los hechos, más o menos documentados, tal como han sido narrados por historiadores y por literatos que han novelado las aventuras y desventuras del marqués. A la vista de ellos se plantean un buen número de interrogantes que caso de ser resueltos permitirían escribir la verdadera historia del marqués de Perales. No va a ser tarea fácil, pero vamos a intentarlo, tomando como punto de inicio el dudar, el dudar de cualquier cosa que no pueda estrictamente probarse.